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Juntas brillamos más fuerte.

Los seres vivos estamos destinados a estar conectados.

¿Qué sentido tiene cumplir tus sueños si no podés compartirlos?

¿Para qué vas a soplar ese panadero si nadie va a estar a tu lado una vez ese deseo se te haga realidad?

Hubo un tiempo en el que veías a otros triunfar y quedarse solos; y así, asociaste éxito con soledad y no sabías que no tenía por qué ser así. Entonces, tuviste la fortuna de cruzarte con personas luminosas que se abrieron y te compartieron sus dones, entendiste que ese es el camino que vibraba con vos.

Como las luciérnagas que iluminan juntas el bosque en la oscura noche, el verdadero brillo siempre es en comunidad. Dejate acompañar.

No te escondas, no te apagues. La luz puede estar en cualquier lado.

A veces somos parte de una guirnalda de luces de colores que iluminan un patio una noche de verano. Otras veces somos un foquito de luz fría que titila con timidez en una habitación a oscuras.

Deseo que siempre encuentres la forma de darle voz a tu luz. Rodeate de amigas y mujeres luminosas. No te dejes apagar por el ego, los celos, la envidia, el miedo a no ser.

Cuando ayudás a otras a brillar, todas llegamos más fácil a nuestros sueños. Juntas brillamos más fuerte.

La ilustración  y el texto forman parte de la colección que creamos junto a Natalia Lewitan, de Oráculo de las Alas y Agenda: esta es la portada del mes de Junio.

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“Los seres vivos estamos destinados a estar conectados.”

02

señal de la semana:

Hoy les traigo la historia que me compartió Jorgelina

Hola Gise, buenas tardes.
Hace un rato estaba almorzando en el patio de las oficinas donde trabajo  con mi novio y nos pusimos a hablar de las señales, de los sueños con la gente que ya no está en este plano, y yo le contaba que seguía en ig a una chica que compartía estas experiencias de la gente (por vos).

Con un poco de nostalgia, hablando de mi abuela (mi mamá para mi), quien murió hace casi 7 años, pero a quien extraño todos los días, le decía que yo nunca había percibido una señal de su parte, no se si es por que no me ocurrió nunca o que no estoy prestando demasiada atención a esas cosas, o no las eh sabido pedir con demasiada fuerza... al rato nos paramos y una mariposa se me poso en la frente y se quedó por un rato ahí. No lo podía creer. Me emocioné mucho. Y se me pone la piel de gallina al escribirlo.

Yo se que ella esta conmigo siempre, porque nunca me olvido de ella, pero esto hizo que me de cuenta de que me escucha, que realmente me escucha.

Ya lo saben quienes me siguen: soy FAN de las señales. Me hace bien leerlas, compartirlas, encontrarlas. Si con las señales es creer o reventar, yo siempre elijo CREER.

Las señales nos demuestran que el amor es tan poderoso que atraviesa planos. 

La segunda temporada de mi podcast La vida me dio limones está dedicada a las señales. Ya están subidos los últimos 3 episodios. Podés escucharla en Spotify y otras app de Podcast. Pronto se estrenará una nueva temporada. Si te gusta, dale ❤️ y suscribite para no perderte ni uno! 

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Historia de la semana:

Lo primero que llama la atención es que el mensaje no lo dirige la persona fallecida al conjunto de los mortales, en este caso Leonor Lapoulide, sino que es Samuel Ros, su gran amor, quien le dedica desde la vida estas palabras.

Poco se conoce acerca de Leonor Lapoulide Cuyás. No existen fotografías de ella, pero se sabe que era rubia, amiga de ‘Las Sinsombrero’ y afiliada a la Falange. Al parecer solía llevar en su blusa, al lado del yugo y las flechas, el nombre de Samuel Ros bordado.

Sin embargo, la relación entre Leonor y Samuel no estaba bien vista por la familia de él. Pese a ello, Leonor se quedó embarazada y murió el 4 de julio de 1935 por una negligencia durante el parto.

Para Samuel Ros había muerto el amor de su vida, su revolución personal como la llamaba él: «Me dejó sin oídos para mi voz y sin sitio para mi mirada». Y así, en 1938, publicó ‘Los vivos y los muertos’, libro que dedicó a Leonor: «Leonor, tengo tantas cosas que contarte».

Dionisio Ridruejo cuenta en sus memorias que muchas tardes acompañaba a Samuel al cementerio y, dejando un cigarrillo encendido en el nicho de Leonor y encendiéndose otro, se sentaba en el suelo y con lágrimas en sus ojos repetía: «Leonor, tengo tantas cosas que contarte».

Ros escribió: «¡Qué injusticia tan tremenda dejar en pie a uno de los dos que fueron pareja tan perfecta!». Quizá por eso murió solo 10 años después, a los 40. Sus últimas palabras fueron, como era de esperar, «Leonor tengo tantas cosas que contarte» y a continuación musitó «voy».

Los restos de Leonor Lapoulide descansan en el cementerio de la Almudena en Madrid. Como escribió Samuel Ros, ella era «la muerta más enamorada de un vivo que hay en todo el cementerio».  @idazten

Nos conocimos con @sol.ianacci hace años, cuando todavía ninguna de las dos había publicado nada. Formamos un grupo de escritoras que quiero y admiro y a través de los años nos hemos acompañado a cada paso, con nuestros tropiezos y logros, también con Caro, Lula y Luy.

“Una última luna” es la última novela de Sol editada por Planeta y no puedo más que sentir orgullo por mi amiga, porque se merece este y muchos más éxitos. Es una novela que, como todos los libros de Sol, va a llegarte al corazón, porque ella sabe transmitir los sentimientos como nadie. Será por eso que su público conecta con ella desde el alma. La acompañé el otro día en la firma en la Feria del Libro, y no les puedo explicar la emoción que transmitía toda la gente que la lee y que la adora.
 

Tuve el honor de leer el borrador de esta novela antes de que salga publicada, y ese es un regalo que tengo la suerte de recibir de amigas escritoras tan talentosas y generosas como ella. 
 

Les comparto una de mis páginas favoritas:

“Si mis ojos estaban húmedos, las lágrimas no se movían de ahí. (...) Se aferraban a mis ojos, se abrazaban entre ellas, luchaban por no caer al precipicio.

Recuerdo que pensé que cuandolo hicieran iban a hacerlo todas juntas. Apresuradas, como una avalancha. Eso. Una avalancha de lágrimas que no querían caerse. Pero una iba a empujar a la otra y de pronto todas, de la mano, iban a bajar, y yo ya no iba a saber qué hacer para disimularlo.”- Sol Ianacci.

En la ciudad de Pergamino, Juan, un niño de 8 años, instaló una mesa en la plaza con poesías de su abuela. En un pizarrón puso valor a los versos y por $10 te llevás un poema. La condición de este pequeño puestero es que la poesía debe ser regalada a alguien, tiene que circular. Todo comenzó en la puerta de su casa, como un entretenimiento. Su madre dijo en una entrevista recientemente: para él todo esto es "un juego, le divierte jugar a que trabaja, atender a la gente. Aunque es muy tímido también".

La gente se acerca y no para de vender poesías de su caja. Las tiene apiladas esperando la llegada de lxs lectores que se acercan ante tan genial idea.

Juancito entendió todo. Llevó poesía al barrio y encontró la manera de divulgar los escritos de su abuela que seguramente está muy orgullosa de este nieto.
Las infancias una vez más con sus ocurrencias maravillosas trayendo alegría, versos y sonrisas a las plazas de los barrios. 

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