Primer Trimestre
Hola,
16 semanas desde que empezamos este 2024, ya para este 20 de abril hemos sepultado un invierno, presenciado un eclipse, y empezamos a avistar un verdor húmedo en los árboles e insectos de todos los tamaños y formas que ponen los pelos de punta a cualquier rola que se respete, como su servidora. Claro, esto desde este rincón del planeta desde donde los saludo, seguramente nada de eso resuene con los 111 días que usted ha vivido desde allá donde nos lee. Cada uno con su rutina y sus posibilidades, habitando el mundo. "Cierre de trimestre" dicen en las grandes empresas: balances, logros cumplidos, ajustes, nuevas proyecciones. Y no sé por qué es una costumbre que se ha venido instalando en mí, medir la vida cada tres meses, como si ésta avanzara, se estancara o retrocediera en ese periodo exacto de tiempo. ¿Les pasa a ustedes? ¿Pausar e imprimir el balance de los días vividos? Me molesta este impulso de evaluar lo que he hecho en un periodo determinado, me molesta haber caído en la trampa de la fecha límite, sobre todo me molesta esta sensación infundada de tener que cumplir con un algo a un alguien. Y no me tomen a mal, fijarse logros y metas es fundamental, pero también lo es aceptar el fluir de los días con el único propósito de vivir. Creo que da un poco de vergüenza admitirlo, pero es verdad, hay ocasiones en las que el único balance es haber vivido (o sobrevivido) al paso de los días. ¿Será esto considerado un fracaso? ¿Un desperdicio de la vida? Si es así, mi primer cierre de trimestre no es prometedor.
Pero tranquilos, así como caí en esos ciclos contables de vida, también he aprendido a interpretar esos balances neutros de forma diferente. Y es que esa “quietud” en verdad está llena de movimientos, casi imperceptibles, que nos siguen impulsando: la familia, los amigos, el amor o la ausencia de éste; está llena de lo que somos en esencia, desde dónde hemos decidido transitar nuestro día a día, sin pretensiones, simple y bellamente siendo. Mi trimestre cierra con mañanas llenas de tinto y charlas con mis plantas (buenos días mis niñas hermosas, qué lindas están hoy, voy a abrir la cortina para que les entre sol, se portan bien, besito), y obviamente la bendición que siempre les pedía a mis padres. Jornadas de trabajo de 8 horas, clases, terapia, podcasts en cada tiempito libre, una bailadita, y noches largas… Así es, cosas pequeñitas, tontas si se quiere, desde las que me doy la libertad de existir a mi manera. El balance no será prometedor, pero es verdadero y lleva mi nombre y apellido.
Feliz Semana.
Nidia Herrera
Productora y editora
