Me pidieron que predique en una conferencia de mujeres acerca de la depresión, la ansiedad y los ataques de pánico. Me tomé seriamente la asignación y estudié largo y tendido para preparar mis mensajes. Escuché a profesionales, pastores y consejeros. Pronto me di cuenta que como cristianos tenemos una ventaja enorme --conocemos al Príncipe de Paz. Nuestra solución como cristianos no es la de un método, sino la de una persona—Jesucristo.
Isaías 9:6 "Pues nos ha nacido un niño ... será llamado: consejero maravilloso, Dios Poderoso, Padre Eterno, PRÍNCIPE DE PAZ."
Hay una epidemia de ansiedad y miedo en todo el mundo. Muchos están buscando consejeros y psiquiatras para hallar ayuda. El Diccionario de Idiomas de Oxford describe a la ansiedad de esta manera: "Una condición mental caracterizada por una excesiva aprehensión acerca de amenazas reales o percibidas". La mayor parte del tiempo, la preocupación es sobre algo que podría pasar en el futuro--potencial o percibido.
Cuando un cristiano sufre ansiedad, no se trata de un "pecado"; sin embargo, es una señal de que es tiempo de orar. El apóstol Pablo escribió esta carta desde una prisión romana:
Filipenses 4:6,7 (NTV) No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús.
Estos versículos nos afirman que la oración no es nuestra "última" línea de defensa, sino nuestra más poderosa arma. Puedo imaginar al Dios de la creación sacudiendo su cabeza cuando decimos: "He hecho todo lo que pude para deshacerme de mi ansiedad. Todo lo que me resta es orar".
Santiago escribió: “... no tienen lo que desean porque no se lo piden a Dios” (Santiago 4:2). Y en Hebreos 4:16 somos urgidos a acercarnos “confiadamente al trono de la gracia ... para alcanzar misericordia y hallar gracia”. Nota que en el pasaje de Filipenses 4, la promesa es que su paz guardará nuestros CORAZONES y MENTES mientras vivimos en Cristo Jesús. Tus emociones y pensamientos serán pacíficos.
Quiero compartir una ilustración sobre cómo muchos cristianos manejan la preocupación: cuando estamos ansiosos, decidimos entregar nuestras preocupaciones a Dios. Así que figurativamente las escribimos y depositamos en la caja de Dios. Confiamos en Él y creemos que se encargará de nuestra situación. Esperamos diez minutos y cuando la respuesta no llega, las sacamos de la caja de Dios y la volvemos a colocar en la nuestra, volviendo la preocupación una vez más. ¿Por qué hacemos esto? Nuestra concepción de Dios no es lo suficientemente grande; nos falta confiar en Él.