Nuestra verdadera naturaleza
Según las enseñanzas de Sri TK Sribhashyam
Stéphanie Djabri-Vanhooydonck, Jean-Marc Lefèbvre, Brigitte Khan
De alguna manera, cuando hablamos de búsqueda espiritual, automáticamente llegamos a preguntarnos sobre quiénes somos.
Tenemos – por un lado – un cuerpo físico denso y una mente que memoriza las impresiones de esta vida.
Por otro lado, según el pensamiento indio, también poseemos otras envolturas corporales de naturaleza sutil. Estos son los cuerpos sutiles que han almacenado las impresiones de vidas pasadas.
Pero, sobre todo, también tenemos en nosotros una dimensión inmaterial, inmutable, indestructible y eterna. Esa es nuestra Verdadera Naturaleza, esa es nuestra alma, Atma.
Nuestra alma es de la misma naturaleza que la fuerza vital que anima toda la Creación, es decir, los seres vivos, las plantas, los minerales, etc. Dependiendo de la convicción religiosa o espiritual de cada uno, esta fuerza vital recibe nombres diferentes y tiene conceptos diferentes. Entre otros nombres se le llama lo Divino, Dios o el Creador.
El alma Individual está confinada en un cuerpo, pero es parte del Alma Universal. Lo podemos comparar con el Sol que vemos a través de la ventana y la luz que entra en la habitación.
Así como el rayo del Sol, nuestra Alma es un rayo de Dios, pertenece a Dios.
El impulso natural de nuestra Alma es liberarse, es decir, unirse al Alma Universal, regresar a su Fuente. Esto se manifiesta en nosotros cuando sentimos el deseo de descubrir una dimensión más sutil, más profunda que las cosas que percibimos y experimentamos en la vida cotidiana. Todos experimentamos una sed de algo, un anhelo de algo que ni siquiera podemos describir. Todo lo que vivimos y todas las experiencias que vamos acumulando no pueden saciar esta indefinible sed.
Así que tenemos en un lado este impulso de nuestra Alma hacia la dimensión sutil, y en el otro lado tenemos a nuestro cuerpo físico que se siente fuertemente atraído por el mundo de la experiencia. Estas experiencias mundanas hacen sentir que existimos, confirman nuestra existencia y con ello nuestro ego. Además, las experiencias van cambiando y esto nos atrae . Cuantas más experiencias acumulamos, más confirmados nos sentimos en nuestra existencia.
Nuestro cuerpo es atraído hacia el mundo por los cinco sentidos de percepción: vista, oído, olfato, tacto y gusto. Estas percepciones sensoriales son nuestro vínculo, nuestra conexión con nuestro entorno, con el mundo que nos rodea.
La información del mundo exterior entra por estas cinco puertas y se proyecta en la mente en forma de imágenes.
La mente elabora esta información: el intelecto analiza, sintetiza; el ego valora, asigna un color. Este proceso da lugar a sentimientos, emociones y sensaciones físicas que traen recuerdos, todo en forma de imágenes.
Así, nuestra mente está continuamente en movimiento y las imágenes pasan como una película.
A veces en la vida diaria sucede que esta película se detiene por unos segundos, por ejemplo al estar rodeados de naturaleza, escuchando música o experimentando algo que nos conmueve profundamente. Entonces es cuando experimentamos la calma mental.
Y esta es la verdadera naturaleza de nuestra mente. La calma mental se abre a la dimensión eterna e inmutable en nosotros y nos trae Alegría y Armonía.
La práctica de Prânâyama y la concentración es de gran ayuda para obtener esta calma mental. Esta práctica permite desactivar las emociones humanas en constante cambio y así conseguir un verdadero barrido mental.
El Prânâyâma y las concentraciones ayudan a desactivar los recuerdos de esta vida así como los de vidas pasadas y son herramientas importantes para establecer la unidad entre nuestros cuerpos sutil y físico.
Sólo cuando hay una comunicación armoniosa entre nuestras dimensiones física y espiritual podemos seguir el impulso de nuestra Alma de unirse a la Fuente.
Cuanto más se desactiven las emociones y los recuerdos humanos, más crecerá la emoción de la Alegría y la Armonía.
Es posible desactivar emociones y recuerdos, pero no se puede hacerlos desaparecer. Por tanto, la continuidad y perseverancia en la práctica es importante.
La Alegría y la Armonía son una misma emoción que no cambia con el tiempo. Es una emoción única que es expresión de nuestra Alma. Esto se llama emoción divina. Es una emoción constante, estable e inmutable. En comparación, nuestras emociones humanas fluctúan constantemente hacia arriba y hacia abajo.
Según el pensamiento indio, el verdadero objetivo de la vida es conocer nuestra propia Alma. Conocer nuestra propia Alma es darse cuenta de la verdadera naturaleza de cada uno, que es espiritual.
El conocimiento de la naturaleza del rayo de luz da el conocimiento de su Fuente, el Sol.
El conocimiento del Alma da el conocimiento de su Fuente, que es lo Divino, Dios o el Creador. Habiendo comprendido qué es de la misma naturaleza, el Alma individual se une con la Fuente y se libera de sus ataduras con el mundo material.
Esta es la búsqueda espiritual, la Realización y Liberación del Alma.