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  • Hemisferio Izquierdo

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Hemisferio Izquierdo (HI): Nos interesa pensar el golpe de Estado y la dictadura militar en su dimensión orgánica y de miradas que privilegian el contexto global (guerra fría) y la influencia de Estados Unidos. ¿Cuánto de la estructura económica, política y social del Uruguay de la época está detrás del golpe de estado del 73 y el terrorismo de Estado?

Aldo Marchesi (AM): Resulta evidente que una transformación tan radical como la que significó el advenimiento del autoritarismo, el golpe de estado y la dictadura requiere ser pensada desde un abordaje que incluya desde una mirada estructural que de cuenta de las relaciones entre las diversas esferas de la vida social que fueron transformadas en esos procesos, así como de las dimensiones regionales y globales de dicho proceso. Sin embargo en las últimas décadas los trabajos académicos se han concentrado mayoritariamente en las dimensiones políticas y han privilegiado el escenario nacional. En este sentido la pregunta implica repensar la tensión entre estructura y agencia. Creo que durante los sesentas y setentas una serie de enfoques académicos, fundamentalmente asociados a la sociología, y políticos, marcados por diversas enfoques de un marxismo estructuralista, propusieron una relación muy esquemática entre estructura y proceso político. En esos enfoques el proceso político era explicado como el mero resultado de las transformaciones estructurales que el país venía experimentando desde el período neobatllista. Sin embargo dichos enfoques no incorporaban la relativa autonomía del campo político en esos procesos.

A partir de la década de los 80s los enfoques sobre el autoritarismo tuvieron un vuelco radical. Se orientaron hacia el estudio de la política, los discursos, los actores, la institucionalidad, las resistencias, la ideología; y en otros casos hacia la subjetividad: la cultura, la memoria, el miedo, el terror. La Breve historia de la dictadura de Gerardo Caetano y José Rilla es un libro fundante de esa nueva mirada. Aunque existieron diferencias en los enfoques históricos todos tuvieron en común el poner en un lugar secundario las preguntas vinculadas a la estructura económico y social. A riesgo de ser esquemático podemos decir que en los sesentas y setentas tenemos mucha estructura y poca agencia acerca de los actores que participaban en los procesos, y desde los ochentas tenemos mucha agencia y poca estructura.

En la discusión pública esta transición también existió. Mientras uno encuentra en las escasas publicaciones resistentes a la dictadura durante los setentas menciones a la rosca oligárquica y su vinculo con la dictadura, a partir de los ochentas la dictadura comienza a ser conceptualizada bajo el paradigma de los derechos humanos donde el eje analítico se define a partir de la dicotomía entre victimarios y víctimas. En ese tránsito las preguntas sobre la economía política del régimen y la transición son las que parecen haber quedado en el camino.

En este sentido es que parece necesario retomar ciertas preguntas que vuelvan a considerar la tensión entre estructura y agencia para pensar el proceso político de la segunda mitad de siglo, incorporando miradas que den cuenta de la economía política del período y que abandonen los esquematismos previos. De todos modos algunos trabajos desarrollados hasta los ochentas, como los de Jorge Notaro entre otros, dejan claves importantes para seguir pensando en estos asuntos.

Por otra parte aun resta mucho por hacer en otra de las dimensiones incluidas en la pregunta: la dimensión global del proceso autoritario. Se han estudiado algunos aspectos de las políticas represivas, en el periodo previo y durante la dictadura, que dan cuenta de la dimensión regional así como del rol de Estados Unidos. Tambien se han estudiado las dimensiones regionales y globales de los procesos de resistencia política de las izquierdas y los movimientos sociales. Vania Markarian lo ha hecho para los derechos humanos y para los estudiantes, Clara Aldrighi y yo hemos trabajado los vínculos de la izquierda armada. Pero aun faltan estudiar otros actores del período para comprender mejor como esta historia reciente, estuvo muy marcada por procesos regionales y globales, fue influenciada por los mismos, pero también influenció en ellos. Otro gran tema que resulta necesario abordarlo desde una mirada global es la manera que el neoliberalismo fue desembarcando en nuestro país. Aun hay una historia que esta por ser contada que incluye a actores económicos, organismos internacionales, profesionales de la economía, constructores de opinión pública y agentes estatales, entre otros. En esa historia la dictadura tiene un lugar importante aunque no único.

HI: Avanzando en la historia. ¿Qué continuidades y rupturas con el terrorismo de Estado observamos a partir de 1985 y las décadas posteriores?

AM: Hemos avanzado en entender las maneras que varios fenómenos desarrollados por el terrorismo de estado afectaron la sociedad democrática. Los trabajos sobre el consenso autoritario y memoria muestran como la herencia conservadora de la dictadura no solo fue un aspecto restringido a sectores de la élite política y militar sino que también tuvieron que ver con dimensiones populares, asociadas a ciertos discursos conservadores sobre la nación y la seguridad que permearon a importantes sectores de la población y que continuaron en democracia. Asimismo otros trabajos han dado cuenta de las maneras en que la experiencia dictatorial transformó los marcos ideológicos y políticos. Yendo en contra de la optimista, y también conservadora idea de la restauración democrática que proponía que el Uruguay de 1985 retornaba a una vieja democracia sin haber sufrido lesiones, varios trabajos han mostrado como la nueva democracia estuvo marcada por agendas que en gran medida fueron construidas en la resistencia al autoritarismo. Markarian lo muestra en el caso de los derechos humanos y Diego Sempol para la diversidad. Dichos trabajos muestran que desde la sociedad y la política se construyeron proyectos que implicaron reformular los sustentos de la vieja democracia. Sin embargo aún faltan miradas de largo plazo que den cuenta de las profundas transformaciones que el pensamiento político y social tuvo a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y cual fue el lugar de la dictadura en esos cambios. Un ejemplo ilustrativo es la discusión en torno a la propiedad de tierra. Durante casi todo el siglo XX fue un asunto central del pensamiento progresista, luego de la dictadura el tema desapareció y no ha vuelto a tener vigencia.

HI: ¿Es posible pensar el hoy a la luz de la sombra que aún se proyecta de esa brutal ofensiva de la clase dominante por medio de la dictadura militar?

AM: Y si. La dictadura implicó una brutal ofensiva contra los sectores de la sociedad civil organizada. Dicha experiencia tuvo y tiene consecuencias de largo plazo en las prácticas y la imaginación política de los movimientos sociales y partidos de centro e izquierda. Estas experiencias de terror y miedo tuvieron un efecto disciplinador. En este sentido es que hay una memoria de la experiencia política marcada por el miedo que seguramente ayude a explicar diversos asuntos contemporáneos. Por ejemplo: no esta de mas recordar que varios de los lideres y militantes de la izquierda actual vienen de aquellas experiencias represivas que, entre otras cosas, los llevó a tener un profundo temor a cualquier escenario de conflicto social intenso como el del período predictatorial.

Por otra parte es necesario plantear que esa “brutal ofensiva” comenzó en regímenes democráticos. Parafraseando a Alvaro Rico fue en ese “camino democrático al autoritarismo” que aumentó y perfeccionó sus prácticas represivas. Y como Magdalena Broquetas y otros estudiosos de la derecha han mostrado ese camino ya había comenzado a tener formas concretas en los primeros sesentas. En este sentido parece necesario relativizar la ecuación autoritarismo-dictadura como el único escenario donde las violaciones a los derechos humanos ocurren. Antes ocurrieron y luego, como lo evidencian algunos archivos encontrados recientemente, también.

Por último, hay hoy otros sectores de la población que sufren formas de violencia estatal que también son brutales. ¿Cuál es el número total de ejecutados en prisión en esta última década? Si hacemos ese cálculo veremos que el número no es tan lejano al de la cantidad de desaparecidos de la última dictadura. Aunque las circunstancias difieren sustancialmente en relación a aquellos asesinatos, lo cierto es que en ambos casos el estado es responsable en última instancia de dichos crímenes. Y también es cierto que las consecuencias traumáticas tendrán impactos de largo plazo en los hijos, madres y padres de esos muertos.

* Doctor en Historia (New York University), Profesor de la Universidad de la República, director del Centro de Estudios Interdisciplinarios Uruguayos (CEIU). Autor de numerosos trabajos sobre la historia reciente de Uruguay y el Cono Sur.

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