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o ejercicios de la memoria.  

 Yo nací en Uruguay y unas cuantas patadas de la vida me llevaron a rebotar por el mundo, a veces aterrizando entre algodones y otras sin pista. 

Hace ya trece años que volví para quedarme y todavía una parte de mí lucha cada día para no salir corriendo a ver otras cosas, a llenarme los ojos de nuevo, de limpio, de ajeno. Volví a un rincón seguro del mundo, porque Uruguay no es otra cosa que siempre el medio en todo. La mesura, la contención, el gris que se filtra entre dos gigantes vecinos y llenos de excesos. Uruguay y el fútbol, Uruguay y los derechos de avanzada, Uruguay y sus gobiernos progresistas o no, pero siempre ecuánimes, siempre esos valores profundos del héroe y el prócer de estatua. Uruguay y sus relatos del “paisito”, su leyenda urbana de que somos todos primos y que el fútbol o el mate nos une. Uno puede pasarse la vida alimentando sus héroes y sus tumbas para descubrir que ambos sólo son caras distintas de lo mismo. Las historias que nos contamos nos forjan el alma y el cuerpo. Nos inundan de coraje o impericia, de impulsos o caminos, pero siempre están ahí como una guía.

 

Estos días, en mi país, casi la mitad de su población no tiene acceso al agua potable. Apenas un absurdo hilo marrón lleno de sal y humos tóxicos de los procesos exacerbados para intentar hacer bebible un agua infecta. Son muchas las causas, son demasiadas, son todas. La población entera de Montevideo y el área metropolitana viven la distopia del tercer mundo con el acceso al agua potable y la falta de recursos naturales. Pero creemos que somos distintos, que somos la excepción y no la guerra. En mi país creemos que somos lo que anhelamos, mientras pasa eso llamado vida en este lugar finito llamado planeta. No sé qué río de empatía hay que desbocar para prender bengalas en el pecho, explosiones que agiten la quimera, pero estoy dispuesta a traficar oxitocina sólo por ver si algo pasa.

 

Y hablando de héroes y tumbas, este año y el pasado he tenido el gusto y el honor de trabajar como productora invitada en Recordarte podcast, y allí van a poder escuchar las historias de vida de dos personas, personajes públicos de mi país. Ambos lo suficientemente interesantes como para escucharlos hablar durante horas sin enterarte. Pero no son héroes. No. Son personas increíblemente humanas y cercanas, tangibles, erráticas a veces y magníficas otras. Personas, no estatuas, no héroes y no tumbas. Tal vez va siendo hora de revisar todos nuestros registros fundacionales colectivos y privados. Tal vez vaya siendo hora de escuchar otras voces y entender otras vidas. Porque mientras repetimos las leyes de los siete pasos para el éxito o la cura del dolor sin pastillas, en este torrente distópico de vistas y revistas, no vaya a ser que la próxima vez que abramos la canilla o el grifo, no sea agua lo que salga goteando, sólo ruidos rotos y gotas grises. 

 

Este 17 de julio se estrena la segunda temporada de Recordarte Podcast y te invito a escuchar otras historias para soñar otras vidas.

Cecilia Collazzi

Productora

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recordarte.podcast@gmail.com

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