Newsletter o ejercicios de la memoria

Esta carta la he aplazado hasta último momento, dos semanas parecen tiempo suficiente para buscar un espacio y sentarse a escribir, pero en ocasiones el tiempo se me hace resbaladizo, no lo veo, persigo un espacio en blanco entre mis listas interminables de quehaceres y no lo encuentro, y cuando la lista del día se acaba ya no tengo ni cabeza ni cuerpo ni vísceras con qué escribir. Y ojo, escribir esto no es para mí una tarea más entre todos los pendientes de la semana, no en el mismo sentido en que lo es calificar el ensayo de mi curso tal, o asistir a la reunión del comité aquel, no. Escribir esto es un espacio propio, libre y elegido; será por eso que me molesta que "la lista" a veces me ahogue y me quite lo que es mío, el derecho de escribir en paz. 

 

Igual que Xiomara también he pensado cuál es mi lugar en el mundo, creo que hasta ahora siempre he tenido dos; y más que lugares son dos llamados, dos cuerdas de esas que nos jalan desde adentro, como amarradas justo en el centro del pecho, y que nos alumbran cuando nos dejamos llevar. Una es el contacto más profundo con otros seres humanos, el intercambio, la mutua transformación; y la otra, la posibilidad creadora que da escribir. Esas son mis dos cuerdas. La cosa está en que siempre las había tenido, creo yo, en dos lugares diferentes, una en el salón de clase, con mis estudiantes; y la otra, en la soledad de mis cuadernos y mis poemas. Aprendí a lidiar con todo lo que sobra en el salón, todo lo que allí no es humano: las evaluaciones, los registros, la burocracia; y aprendí a vivir también con mi necesidad de crear apagada por mucho tiempo, esperando por esos momentos, cada 2 o 3 años, en que a la poesía le da la gana de volver a mí y dejarme escribir. Eso no lo decido yo.
 

Entonces, he aquí el problema que me aqueja, o ¿la magia que me acontece? En RecordArte encontré la sinfonía de las dos cuerdas vibrando en el mismo espacio. Está el ser humano, el otro, que se transforma y me transforma mientras lo escucho, y está la escritura que me permite crear, o más bien re-crear lo ya vivido por alguien y hacerlo nuevo y luminoso a través del sonido. Pero si es este mi lugar en el mundo, ¿qué hago con eso otro? ¿dónde pongo los ensayos por calificar, los comités, los horarios, todo eso que tanto cuesta, pero que me da para pagar el pan de la mañana, el avión a casa, el micrófono y el techo que me cubre mientras escribo? No sé. 

 

Como diría Vallejo: "hoy [lo] sufro solamente".

 

Por ahora le escarbo a la lista de quehaceres pedacitos que le quedan en blanco para construir en ellos este lugar, mi lugar en el mundo. Con la esperanza de que un día, por esos milagros repentinos, la lista se vaya a la mierda y yo pueda dejar de escarbar. 

 

PD: dicho esto, que viva este milagro que ha sido RecordArte, y que vivan todos los proyectos que han nacido y siguen naciendo para hacer del audio un medio digno, bello y humano. Feliz día internacional del podcast.

Paola Cadena Pardo

Productora ejecutiva

Recibe esta newsletter cada dos semanas
Subscríbete
Correo electrónico:
recordarte.podcast@gmail.com

Escucha el último episodio  
This email was created with Wix.‌ Discover More