¡Hola mi amada familia de yoguis! Espero que este nuevo mes os haya traído ya mucha energía positiva con la que afrontar los retos que se os presenten.
Este mes me ha costado sentarme para escribir la newsletter, a pesar de haber estado pensando en miles de cosas que quería compartir con vosotros. Lo cierto es que los recientes eventos que han desencadenado una respuesta mundial en repulsa a la brutalidad policial en los EEUU y el aún presente racismo en nuestra sociedad, ha puesto de manifiesto muchas sombras a las que aún debemos enfrentarnos cada uno de nosotros.
A veces me cuestiono cómo puedo ayudar en la lucha contra la desigualdad desde mi pequeño rincón del mundo y qué puedo decir para que mis palabras tengan un impacto real. Ahora mismo es esencial que digamos que creemos y anhelamos la igualdad, pero sólo una palabra o un hashtag no va a cambiar gran cosa.
Me he estado cuestionando las motivaciones detrás de estos mensajes y muestras de apoyo que podemos hacer instantáneamente. ¿Estamos realmente contribuyendo a la erradicación del racismo o estamos simplemente acallando nuestro sentimiento de culpabilidad o vergüenza por formar parte del lado opresor?
Cuando comencé a ver montones de pantallas negras en Instagram no sabía exactamente a qué hacían alusión y debo admitir, estuve a punto de unirme a la cadena. Pensé, quiero que el mundo sepa que no tolero el racismo y que soy una de "los buenos". Pero el mensaje no debe ser ese. El mensaje no es 'mira que ciudadada tan involucrada con las libertades soy'. El mensaje no es sobre nosotros. No se trata de elevar la consciencia de los blancos que ya creen en que es justo vivir en una sociedad donde no importe el color de tu piel. Se trata de dar visibilidad a los sentimientos de impotencia, frustración y sí, ira, ira justificada, por cientos de años de opresión y abusos a un pueblo, por el simple hecho de tener otro color de piel.
Por eso quiero dedicar la newsletter de este mes a que nos paremos un momento a pensar, ¿de qué privilegios hemos disfrutado en la vida por el hecho de ser blancos? Y más aún, ¿de qué forma sigo perpetuando estos privilegios quizá de forma inconsciente? Finalmente, ¿qué puedo hacer para equilibrar esa balanza?
Sé que esto es trabajo muy duro, pero esa es la verdadera llamada cuando nos sentamos en la esterilla a practicar, ¿no es así? Me encantaría oír de vuestras experiencias e inquietudes. Estamos aquí para juntos elevar nuestras vibraciones.
Y como siempre, ¡cuídate mucho!
Con cariño, Anavi