“Irazú” trabaja sobre las tensiones entre el cuerpo y la naturaleza, relaborando sus límites en la construcción de un nuevo paisaje sobre el Irazú. Este monumento natural es el volcán activo más alto de Costa Rica, compuesto por cráteres y superficies sobre las que se despliegan una serie de acciones para construir perímetros como metáforas del origen. En su interior corre el flujo de lava que constantemente despierta movimientos tectónicos en la ciudad de San José. Las placas vivas son el estímulo para una obra frágil, que hace de la vida el contenido mutable de sus formas.
La obra fue un Proyecto Colectivo en el que participaron más de setenta estudiantes de arquitectura del TEC. Los cuerpos recorrieron el paisaje enfrentándose a la vastedad de la naturaleza. Allí la escala humana se vació sobre la inmensidad del territorio, dibujando a través de tela formas en movimiento de rotación. Imágenes que el registro posteriormente recompone en un continuum, accionar tan infinito como la naturaleza inquebrantable del paisaje que le da vida. Los volcanes son formaciones muy antiguas, algunos, los denominados activos se encuentran en actividad constante. De esta manera la obra se despliega en un ensayo sobre el origen y el nacimiento, sobre la vida de las formas a través de sus principios y ciclos.
Esta línea de trabajo constituye una investigación sobre las relaciones entre el individuo y el paisaje como construcción colectiva del territorio. Son acciones efímeras que hacen del cuerpo en conjunto con otros elementos la materia para dibujar sobre el paisaje, las obras son el producto que yace en el registro como invención.